
Este domingo de Resurrección, Sri Lanka, sufrió un ataque en cadena devastador que ha dejado al menos 207 muertos y medio millar de heridos.
Los ataques consistieron en ocho explosiones, rapartidas en tres iglesias, cuatro hoteles y un complejo residencial.
Entre las víctimas hay 35 extranjeros. El Gobierno, que había recibido un aviso del jefe de la Policía sobre posibles atentados contra iglesias 10 días antes, anunció ocho detenciones y apuntó a extremistas religiosos como autores de la matanza. Varios de los ataques los perpetraron terroristas suicidas. Ningún grupo se atribuyó la autoría.
El Gobierno encabezado por el primer ministro, Ranil Wickremesinghe, reconoció que recibió alertas previas sobre posibles atentados, pero no quedó claro si se adoptaron precauciones.
El jefe de la policía de Sri Lanka, Pujuth Jayasundara, alertó hace 10 días en una nota a altos mandos de la seguridad del Estado de que el grupo musulmán radical National Thowheed Jamath planeaba ataques suicidas contra “iglesias importantes así como la Embajada india en Colombo”, según un documento tuiteado este domingo por el ministro de Transportes, Harin Fernando.
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