
La Antártida continúa libre del nuevo coronavirus gracias a sus estrictas medidas de control. Desde el 11 de marzo que se declaró al COVID-19 como pandemia, el continente reforzó el habitual aislamiento al que estaban acostumbrados.
Se cancelaron todos los viajes de turismo, se trasladó al personal no indispensable y se establecieron estrictos controles sanitarios. Además se prohibió el contacto entre las bases internacionales que habitualmente suelen cooperar en la comunidad.
Para su suerte el inicio de la crisis sanitaria coincidió con el fin de la temporada alta de turismo, que cada año significa la llegada de unos 50 mil visitantes. El último buque turístico que llegó a la bahía Fildes fue el 3 de marzo.
Acostumbrados a vivir largas temporadas aislados, aseguran que no se deprimen y, por el contrario, son ellos quienes envían mensajes de aliento a sus familias confinadas en otros continentes.
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